Hola cinéticos, démonos las manos y regocijémonos con algarabía porque hoy voy a hacer una crítica de La Liga de Zack Snyder de la Justicia, obra culmen del sexto arte. Prepárate porque es como si Einstein hubiera hecho cine en lugar de pintar la Capilla Sixtina.
AVISO: Esta crítica contiene esa palabra inglesa que usamos cuando no queremos que la gente que no ha visto el Sexto Sentido sepa que Bruce Willis está muerto.
Conviene que sepas que esta obra de orfebrería es la versión de Zack Snyder sobre el clásico de 2017, cuando las mascarillas eran solo para los turistas chinos. Al parecer él tenía mejores ideas que el otro director. También más pasta y mejores colegas. Menos mal que Zack tiene un nombre molón, porque no sé yo si hubiese vendido mucho La Liga de la Justicia de Ernesto García…
La historia arranca con Nick Fury, digo Bruce Wayne, reclutando a todo ser capaz de realizar cosas asombrosas como dominar el agua, moverse a la velocidad de la luz o aparcar en el centro de Barcelona. Exceptuando el adolescente supersónico que hace los chistes de Marvel, todos los demás le dicen que “habían quedado pero que ya si eso nos vemos otro día”.
Pero nadie puede resistirse a montarse en un Mercedes de 3 millones de dólares y al final deciden que salvar al mundo puede ser un buen plan para el finde.
Deben enfrentarse a un todopoderoso Pokemon que va recolectando las Gemas del Infinito, digo las Cajas Madre, para que su jefe pueda sacar su billete para la Tierra y empezar a repartir muerte y dolor. Una de ellas está en el Amazonas o algo así, y para recuperarla se carga de manera muy patriarcal a un montón de mujeres que se visten como Xena. Pero tranquilos, que Viuda Negra, digo Wonder Woman está siempre presente para recordarle a las jovencitas que pueden ser lo que ellas quieran. Menos mal.
La pandilla de los buenos se da cuenta de que molaría fichar a Superman en el mercado de invierno, por lo que Iron Man, digo Cyborg, va a hablar con la Muerte para negociar su traspaso. Con la ayuda de su novia consiguen convencer al Hombre de Acero de que volver a la vida es bueno. Juega con la segunda equipación, la de visitante, la negra.
Y aquí empieza lo bueno, el cine hecho poesía hecha slow motion + CGI + frases escritas por el hijo del director. Los seis colegas se ponen a espachurrar libélulas mientras The Flash corre los 800 kilómetros lisos hablando a cámara lenta, no sé muy bien por qué.
Pero no importa porque el espectáculo visual te hará vomitar píxeles toda la noche. Nuestros chicos se divierten pasándose a Steppenwolf como si fuese una pelota de playa, le dan muerte y se lo mandan por SEUR a su jefe Thanos, digo Darkseid, que hace un control orientado a su cabeza decapitada con la clase de Iniesta.
Finalmente, viajamos a un futuro alternativo en el que Batman y Joker hablan mucho y se reparten muy poco. La historia continuará y será como El Padrino 2, recordadlo.
Poco más hay que decir, son 4 horas de palomitas y aguantarte las ganas de mear. No hay que pensar mucho, los chistes son fáciles y todo es glorioso CGI. En una época en la que los directores intentan trascender, contar sus movidas internas y tal, se agradece que Zack Snyder vuelva a la esencia del cine: matar bichos embutido en un traje de licra.
Lamentablemente, no hay desnudos que la hubieran convertido en ambrosía cinéfila. No se puede tener todo en la vida. Mi calificación es de 20 lanzallamas sobre 10.