En unas semanas son los Oscars y queremos que este año estés preparado para dar tu opinión cuando llegue la “pausa para ir a mear”, también conocida como Categorías de Mejor Edición de Sonido y Mejor Mezcla de Sonido.
Lo sabemos. A nadie le interesa quién gana, solo a los productores que así pueden poner las pegatinas de ganadora del Oscar en las caratulas del Blu-Ray. Pero tú eres un cinéfilo y quieres enterarte de todo. Por eso estás aquí y por eso te vamos a explicar la diferencia.
Tanto la edición como la mezcla de sonido están íntimamente ligados y por eso normalmente los nominados en estas categorías suelen coincidir, pero vamos a intentar comprender qué es cada cosa y en qué se diferencian.
¿Qué es la edición de sonido?
La edición de sonido es conseguir la pintura y los pinceles. Pero no vale con ir a la tienda, pillar cuatro botes, un rodillo y pasar a cobrar el cheque. Requiere también visualizar cómo va a sonar la película. Si entendemos que la fotografía puede teñir una película de rosa fosforito, podemos comprender que la edición de sonido busca que la obra suene de determinada manera: a mar, a cueva, a Murcia…
Esto es más complicado que conseguir un tono cromático, pero el sonido también juega un papel importante a la hora de dar vida a una cinta. Los señores que se dedican a esto tienen que justificar su sueldo y ayudan al director a crear la atmósfera auditiva que él necesita.
Por lo tanto, en la edición de sonido se concibe cómo va a sonar y se consiguen esos ruiditos. Pero no pienses que estos se dedican a sujetar la pértiga durante la escena y listo. Hay muchos sonidos que se pierden durante el rodaje. Ni el cuello de Bruce Lee cruje a mil decibelios ni sus patadas cortan el viento como una katana.
Entonces, ¿qué pasa con los sonidos que se pierden? Pues hay que doblarlos o incluso crearlos. ¿Conoces a Foley?
El Foley: el Ramón Landa de los objetos.
Los efectos de sala (o foley, para los colegas) son la reproducción de los sonidos que tienen lugar en la escena y que no se han podido captar o se quieren intensificar. Imagínate a un tipo corpulento como John Goodman , embutido en una chupa de cuero dos tallas más pequeña y cambiando de postura en un sillón. Ese sonido que te viene a la cabeza está recreado artificialmente por un tipo. Un tipo probablemente con gafas de pasta y despeinado, pero un artista en definitiva.
Poca broma porque este crack no solo debe dar con el sonido correcto, sino que también debe interpretar. Tiene que reproducir el sonido con la misma intención que lo hizo el actor en el rodaje. Si Jessica Chastain está caminando con decisión por un pasillo, el artist foley no puede realizar esas pisadas como si se acabase de despertar. Así que empieza a respetar un poquito más a estos locos.
Pero ve más allá. Piensa en el rugido del T-Rex en Jurassic Park, en los gemidos de ese Alien saludando desde el pechito de John Hurt, en los disparos de las X-Wing en Star Wars. ¿Qué piensas que el eructo del Rex también se saca de un mosquito? No, querido. La creación de sonidos nuevos también forma parte de este embrollo y requiere de mucha creatividad para dar con la clave.
Como curiosidad, te diré que el clásico zumbido del sable láser de Star Wars se creó al acercar un micrófono con un cable pelado al motor de un viejo proyector de cine. ¿A quién no se le habría ocurrido algo tan obvio?
¿Y entonces la mezcla de sonido, qué?
Pues ya tenemos la pintura correcta, los pinceles adecuados, el boceto final y al director de la película dando por saco. Ya solo falta pintar.
En la mezcla de sonido se combina todo lo auditivo que tiene lugar en la escena: sonido ambiente, efectos, diálogos y hasta la banda sonora. Parece fácil hasta que te das cuenta de que en una misma escena pueden coincidir 30 sonidos distintos, todos importantes.
La chica de los botoncitos debe saber cuándo dar importancia a uno, a otro, a ninguno o a tres de ellos a la vez. En sus manos está transmitir correctamente al espectador la información auditiva que tiene la escena, en su orden de importancia.
Y algo más: provocar emociones, que esto es cine hostia. Debe saber cuándo petarte el tímpano para ponerte de los nervios y cuando sumirte en el silencio más inquietante.
Vamos con un ejemplo, que sé que te gusta. Si miras a la pizarra, verás la escena clave del film 127 Horas, de Danny Boyle. Aparte de contener el spoiler más grande de la película es una secuencia bastante cruda, pero estás aquí para aprender.
En ella pasamos de la calma que produce la canción de Dido junto a la tenue respiración de James Franco… A LA PUÑETERA TORMENTA DE EFECTOS DE SONIDOS, GEMIDOS, GRITOS Y MÚSICA DE LA AMPUTACIÓN sin perder información sonora como el momento en el que aguanta la navaja con los dientes. Llama la atención cómo se silencia el momento más doloroso de la operación, provocando paradójicamente una sensación aún más intensa en el espectador. ¿O no? Hazlo tú y me lo cuentas.
¿Te ha quedado claro? ¿Pensarás en Cinenecio cuando Uma Thurman o la estrella acabada de turno presente estas categorías? ¿Nos harás un byzum de agradecimiento?
Pues venga, a ser feliz.