En la clase de hoy vamos a analizar algunos clichés que encontramos en los guiones cinematográficos.
Pero no vamos a hablar de los típicos como el susto que te pegas al cerrar el botiquín con espejo del baño, el aparcamiento siempre disponible delante del lugar de destino, la linterna que se queda sin batería o el personaje negro que muere el primero. ¿Quién te crees que somos?
Acompaña a Alfredo, nuestro personaje modelo, y vamos a sumergirnos un poco más en las cloacas de los guionistas perezosos.
1) ¿Bartender o Bar-Tinder?
En la vida real, tú te sientas solo en la barra de un bar y te ven como un rarito antisocial. Tu presencia marcadamente individual incomoda en un entorno social. Si con suerte se te acerca alguien, probablemente es un borracho que no sabe si le está hablando a una persona o un jarrón.
Pero la magia del cine convierte a la persona solitaria de la barra en un imán de pretendientes, en un Tinder Hero. Antes de la segunda copa, aparecerá alguien de buen ver, se sentará al lado de Alfredo y dirá “¿Un día de esos, eh?”. La siguiente escena es sexual, obviamente.
Combina bien con un compañero que avisa de que «ese lleva mirándote toda la noche».
2) En el informático we trust
En un elaborado plan para atracar un casino o hacer una incursión en un rascacielos, hay muchas cosas que pueden fallar y fallarán. Pero hay un miembro de la banda en quien puedes confiar completamente porque siempre hará bien su trabajo. Se trata de Alfredo, el friki informático que debe hackear el sistema.
Puede surgir algún problemita, pero empezará a teclear su portátil a velocidad supersónica y acabará con un “Estoy dentro”. Y tú, como no tienes ni puñetera idea de qué ha hecho, pues no podrás decir que sea un agujero de guion.
3) Cool guys don’t look at explosions
Cuando se cae un vaso en la cocina tú pegas un brinco que ni LeBron James. Pero es porque no eres Alfredo, un badass del cine acostumbrado a provocar que edificios, coches, puentes o sillas de ruedas estallen.
Él calcula perfectamente el radio de la explosión y el timing para ponerse a caminar a cámara lenta con cara de enfadado, en lugar de grabarla con el móvil escondidos como haríamos los goodass. Cero remordimientos por el caos que ha provocado, por cierto.
4) El telépata incomprendido
Hay algunos personajes que ven el futuro próximo o son telépatas y esperan lo msmo de su interlocutor. Vemos muchas veces una conversación que arranca con una elipsis tipo: “Son mis favoritas”. Y ya está, silencio administrativo. Alfredo espera que el otro sepa a qué se está refiriendo. Pero como generalmente habla con otras personas y no con profetas, recibe un ignorante “¿Qué?” como respuesta para luego soltar: “Las mañanas lluviosas con viento de componente norte”.
Toma castaña. ¡Si era obvio! ¿A qué otra cosa podría referirse? ¡Has hecho malgastar saliva a Alfredo por no usar la telepatía! Ahora en serio, si alguien en la vida real os habla así, huid.
5) Los últimos segundos de gloria.
Es muy de Hollywood tener algo importante que decir antes de palmar. Por suerte el guionista suele conceder al moribundo Alfredo unos últimos segundos de gloria antes de espicharla para que suelte sus movidas. Da igual que haya caído de un campanario o le hayan ametrallado el abdomen. La física jugará en su favor y siempre quedará un hálito de vida para que Alfredo le diga algo importante al protagonista.
6) La tarifa Salmonete
En las llamadas telefónicas, Alfredo siempre tiene contratada la tarifa más barata. En Orange sería la Tarifa Salmonete. En consecuencia no hay tiempo ni de saludar ni de despedirse.
Y lo mejor es que los interlocutores no tienen la piel fina. No se ofenden ni llaman después a su colega para decirle “Qué fuerte, Alfredo me ha colgado sin despedirse”. Madurez y empatía para entender que esto es Hollywood y no hay un minuto que perder en convenciones sociales inútiles.
7) El móvil te escucha, pero la tele también.
Este cliché puede tener dos explicaciones: O en IuEsEi los telediarios dan en bucle la misma noticia 24h o las teles han empezado a escucharnos desde los 70. Porque es increíble el timing que tiene Alfredo para encender la tele en busca de una información y que justo aparezca el telediario dando el inicio de la noticia que querían escuchar. Ya están bajando las acciones de Google o Twitter.
Otra versión de este cliché es cuando la noticia busca al personaje. Alfredo no sabe que se está liando parda y está tomándose una copa solo en la barra esperando a que llegue la desconocida que se acabará pinchando (punto 1), pero la tele del bar que antes no se escuchaba, activará el audio para avisar a nuestro Alfredo de la noticia. Alfredo pospondrá el pinchito y le preguntará al barman si “puede subir el volumen”.
8) El speech culto
Hay una cosa que tienen en común los mafiosos y los policías: siempre tienen un discurso preparado. Si Alfredo es un gángster, soltará su speech cuando tenga a un rival maniatado en un garage. Si es un agente de la ley, lo reservará para el interrogatorio del sospechoso.
Tú empezarías rápido a repartir hostias y amenazas. Pero tú no tienes la clase de Alfredo. Nuestro hombre se habrá empollado la Wikipedia para informarse sobre algún hecho con el que hacer una analogía o bien rescatará una anécdota de su infancia que transformará en una metáfora. Y luego, ya si eso, llegan las hostias.
9) Hermanita
Al comienzo de un film hay dos opciones para presentar las relaciones fraternales entre dos personajes. O el guionista escribe con clase situaciones en las que sea fácil sobreentender el parentesco o Alfredo entra en escena gritando “¡Hermanita, hoy es tu gran día!”. Porque claro, es muy normal llamar a tu hermana “hermana” y a tu perro “perro”.
10) La hostia somnífera
Si Alfredo es un tipo duro, seguro que en la Jason Statham Academy le enseñaron a dar la hostia somnífera. Consiste en dejar a un sujeto inconsciente propinándole una torta o dándole con la culata de tu revólver. Lo hemos visto impactando en la sien, en el cogote o en la nariz, pero si tú lo intentas en la realidad, te fracturas la mano y al otro le sale un chichón, pero no se queda grogui y te la puede devolver.
Algunas hostias llevan incorporado un temporizador para que el sujeto despierte cuando haya sido trasladado a otro lugar. Cosas de pros.
11) No pensar en los niños de África
En el cine, los personajes son muy educados y no hablan con la boca llena. Pero les encanta tener conversaciones trascendentales en restaurantes. ¿Cómo resolvemos este problema? Pues Alfredo pide una comanda de 40$, prueba si acaso un guisante y la deja ahí porque su ritmo de vida es de locos.
Porque estas conversaciones no suelen acabar cuando pagan la cuenta y tiran cada uno para su coche y «ya si eso quedamos otro día». Siempre hay que dejar al otro ahí plantado. Estos no tuvieron una madre que les recordase lo de los niños de África.
12) Romper el espejo
Supongamos que Alfredo está ralladísimo por algo. Al guionista no le vale con ponerle a llorar y suspirar en su habitación. Es demasiado simple. Se lo lleva a un espejo que Alfredo romperá de un puñetazo. Después se mirara en él y nuestro guionista conseguirá transmitir esa crisis que está atravesando el personaje a través de su reflejo fragmentado. Toma metáfora.
Existe otras versiones como cortarse el pelo, teñírselo de negro o maquillarse como una bailarina de cabaret.
Seguramente iremos incorporando nuevos clichés. Si se te ocurre alguno más para Alfredo, déjanoslo aquí abajo, que para eso hemos instalado el plugin de los comentarios.
Fin de la lección de hoy.