Hola cinéticos, hoy me han dicho que os hable de Birdman (o el título entre paréntesis que nadie recuerda). Y eso voy a hacer. Así que yo escribo y vosotros leéis.
AVISO: Esta crítica contiene esa palabra inglesa que usamos cuando no queremos que la gente que no ha visto el Sexto Sentido sepa que Bruce Willis está muerto.
Pues a mí me la han colado con esta película, pero no solo eso, sino que encima se ríen de mí mientras me la cuelan y lo segundo vale, pero lo primero, no. Si voy a ver una peli cuyo título acaba en –man (Batman, Spiderman, Salfumán) por ley me deben ofrecer efectos especiales, secundarias con buenas curvas, pocos diálogos con muchos chistes y una canción de Linkin Park en los créditos. Es lo mínimo.
Pero no. El director, un mexicano que tiene más pinta de ganar un Grammy Latino como bajista de Santana que de ganar un Oscar, se dedica a hacer una película ¡¡¡EN LA QUE HABLAN TODO EL TIEMPO!!! Y encima ponen un póster con el prota disfrazado de pájaro para que los cinéticos que entendemos de pelis guapas vayamos a verla creyendo que disfrutaremos de una nueva saga de acción. Pero el tío solo se pone el traje un par de veces, una en su imaginación y la otra también, pero cagando. Los efectos especiales y los tiroteos duran 5 segundos, algo imperdonable en cualquier película buena. Pero eso sí, los diálogos que duren minutadas.
En fin, este timo se resume en que un actor de cine de acción de los que molan cae tan bajo que tiene que hacer obras de autor en el teatro y pese a que su ángel de la guarda le pide que vuelva al cine del bueno, al que vale de verdad, él en su tozudez insiste en hacer pestiños para que los demás piensen.
No hay planos molones que provocan ataques epilépticos sino todo lo contrario, un plano secuencia tras otro con la cámara dando vueltas sobre los personajes mientras estos hablan de “crear algo”, de “sentir emociones reales”, de “encontrar su sitio” y tonterías así que no valen para nada. Y nada de música cañera como le pega a una buena peli, lo que hay es un negro que de vez en cuando aparece tocando la batería. Se ve que se les fue el presupuesto en comprar tantas palabras que no les quedó nada para el resto de la banda.
El caso es que a esta estafa le han dado un montón de Oscars, seguramente porque también engañaron a los que dan los premios, que por vergüenza y no querer reconocer que les habían timado dijeron “oh, sí, sí, qué peliculón… qué cantidad de palabras… qué intenso tiroteo de dos segundos… toma el Oscar”
Lo único bueno es su mensaje final. El actor se da cuenta de que el camino artístico que ha tomado es una porquería y por arrepentimiento se mete un tiro en la napia.
Es importante recalcar que no salen pechos. Para colmo.
Mi calificación es de 2 rifles de asalto sobre 10.