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Amadeo Kubrick – Crítica de Mank

Bienvenidos cinéfilos y demás morralla a una nueva crítica que arrojará luz sobre vuestro conocimiento del cine y sobre mi ego. Vamos a hablar de Mank y de lo mucho que sé de cine.

AVISO: Esta crítica contiene esa palabra inglesa que usamos cuando no queremos que la gente que no ha visto el Sexto Sentido sepa que Bruce Willis está muerto.

Pues esta cinta gira en torno al cine de verdad, el de antes, el de los galanes y las rubias florero. Y concretamente versa sobre el proceso de creación de Ciudadano Kane, obra cumbre de la cinematografía que habré visto 23 veces. Este año.

Como el cine de hoy en día es basura, David Fincher muy acertadamente ha optado por el blanco y negro y por títulos de crédito propios de los años 40. Sería un buen director si no fuera porque está vivo.

gary oldman mank
El pobre Gary Oldman siendo consciente de que vive en el Hollywood de 2020

Tras sumergirnos en esa época dorada en la que no existía Steven Spielberg, observamos la acción en dos líneas temporales. Por un lado, Herman Mankiewicz se vuelca en la creación del guion de Ciudadano Kane confinado en un rancho con dos concubinas y alcohol. Oh, el viejo Hollywood.

David Fincher sería un gran director si no estuviera vivo.

Amadeo Kubrick. Lo dice él y punto.

En la otra línea se suceden diversos flashbacks en la que, mediante ingeniosos diálogos, yo pillo las referencias a la situación política y social de la época mientras vosotros os perdéis en la ignorancia. Repasamos también cómo funcionaba el Hollywood de los viejos estudios: la Metro, Paramount, RKO, la Warner… Qué felices éramos sin la puñetera Marvel y Netflix.

Y como no podría ser de otra forma aparecen los semidioses Orson Welles y Louis B. Mayer. Los actores que les interpretan deberían retirarse y dedicarse al cultivo de petunias porque ya han tocado la cima. Las gafas de pasta se me empañaron de la emoción y de los 7 meses que llevo sin limpiarlas.

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Louis B. Mayer extiende sus brazos de amor al espectador

La historia avanza pausadamente, con poco ritmo, haciéndome sentir inteligente. Gary Oldman hace de borracho perfectamente, como si hubiera nacido para ello… Vemos los decorados de la época, cuando no existía el croma diabólico ni el CGI (Cagadas Generadas Idiotamente)… Vemos como un romántico director se suicida por venderse, algo de lo que muchos cineastas deberían aprender hoy en día….

Pero acaba. Con unos créditos modernos, recordándome que la estoy viendo en Netflix mientras me recomiendan la nueva temporada de Big Mouth. Vuelvo al presente y soy consciente de que estamos en 2020 y que por lo tanto, tampoco puede ser una gran película.

La confusión que tengo ante esta situación me lleva a darle una calificación de 7 leones de la Metro Glodwyn Meyer sobre 10. Venga, volved a vuestra normalidad hasta que vuelva a rescataros.

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