En 1995 los daneses estaban aburridos. Habían pasado tres años del triunfo de su selección en la Eurocopa de fútbol y los efectos de las borracheras empezaron a desaparecer. En un McDonald’s de Copenhague, los directores Lars von Trier y Thomas Vinterberg trataban entre Happy Meals de encontrar alguna manera de recordarle al mundo que Dinamarca era la hostia.
Se les ocurrió que podían seguir haciendo lo mismo pero complicándolo innecesariamente todo, autoimponiéndose limitaciones artísticas y decidiendo que su ego importaba más que el espectador.
¿Qué es eso de obtener miles de millones en taquilla entreteniendo a la gente? ¿Cómo que “cine para toda la familia”? ¿Cómo que entiendes el mensaje de mi película a la primera? “¡A la mierda!”, dijeron Lars y Thomas mientras jugaban con los dinosaurios que le había tocado en Happy Meal.
Nace el Dogma 95
Buscando alejarse de Hollywood lo máximo posible, estos daneses crearon el Dogma 95. Porque es un dogma y lo hicieron en el 95, listos. Además de von Trier y Vinterberg, Kristian Levring y Soren Kragh-Jacobsen aprovechando que pasaban por allí, también quisieron pasar a la posteridad cinéfila como padres fundadores del movimiento.
Esta corriente cinematográfica buscaba la libertad creativa que supuestamente el cine comercial les privaba. Y para conseguir esa libertad, debían ser esclavos de unas reglas. Como El Club de la Lucha, pero con un danés gordo en vez de Brad Pitt. Y para hacerlas aún menos apetecibles, las llamaron a su conjunto Voto de Castidad
Si estás atendiendo, tú pregunta será:
¿Cuáles son las reglas del Cine Dogma?
Así me gusta, que seas proactivo. Las reglas para convertir entretenimiento en algo difícil de masticar para mayor gloria de sus creadores son:
1 – Solo rodar en localizaciones reales
Si el escenario es así, así se queda. ¿Recordáis nuestra lección sobre el director de fotografía? Pues a tomar por saco con él. Si necesitas que en tu película aparezca un cactus, te vas al Gobi a rodar. Eso de tener un plató y poner lo que necesites es de pringaos. Y nada de cromas, muerte a Zack Snyder.
2 – El sonido no puede mezclarse separadamente de las imágenes (o al revés)
Se oye lo que se graba y punto. Y si se oye algo, lo muestras, no vayamos a conseguir una sensación de suspense. Si alguien se tira un pedo en plena toma, o repites o lo dejas. Pero nada de editarlo en post-producción. Y bandas sonoras, las de las carreteras. Si quieres músiquita, te pones a grabar una escena en la que haya música en su contexto.
3 – Filmación cámara en mano
¿Para qué quieres un trípode si puedes tener al buen Otmar cargando con una cámara al hombro mientras provocas mareos al espectador? Que sea el cámara quién busca la escena y no al revés, que están muy acomodados esos travellings parlantes.
4 – La película debe ser a color y sin luces artificiales
Ese truquito de poner la imagen en blanco y negro para darle distinción a la película y a ver si rascas un Oscar se acabó. Tampoco se permiten difusores ni focos. Si está anocheciendo grabas mañana porque el Sol es el único técnico de iluminación que puedes contratar.
5 – Prohibidos efectos ópticos y los filtros
El punto en el que se suicidan instagramers y Michael Bay.
6 – No puede haber una acción o desarrollo superficial, ni armas ni crímenes.
¿Qué queréis que os explique? Los genios pacifistas y sus cosas.
7 – No pueden haber saltos temporales o espaciales.
El punto en el que se suicida Christopher Nolan. Eso de ser un espía y estar en El Cairo y en la siguiente escena tomándote un mojito en La Habana se acabó. Si quieres turismo, te lo pagas y si quieres saltos temporales, bebes absenta.
8 – No se aceptan películas de género
El punto en el que se suicidan las neofeministas. Es broma, jeje. Pero no la borramos.
9 – El formato de la película debe ser el Académico de 35mm
El tamaño importa. Esta decisión se debe a que si multiplicas el número de reglas (10) por el total de fundadores del movimiento (4) y le restas los whiskies dobles que se tomaron cada uno al redactar el manifiesto, da como resultado 35. Nah, no es verdad, pero es que ya no sabemos cómo justificar esto.
10 – El nombre del director no debe aparecer en los títulos de crédito
Después de tanto derroche de arte, una cura de humildad al creador siempre viene bien. Aunque luego hagas esto:
Si eras capaz de seguir estas reglas, los cuatro jinetes del apocalipsis te otorgaban un certificado Dogma para que lo pongas en la vitrina donde soñabas tener un Oscar.
¿Qué películas dogma se filmaron?
Te puede el morbo, ¿eh?
Aquí tienes algunas cintas que son consideradas dogma con su sello de calidad, por si quieres ver de qué va realmente todo esto. A este listado se le puede añadir cualquier cinta de porno casero, porque también cumplen las normas.
- Celebración (1998), Thomas Vinterberg
- Los idiotas (1998), Lars von Trier
- Mifune (1999), Soren Kragh-Jacobsen
- The King is Alive (2001), Kristian Levring
- Lovers (1999), Jean-Marc Barr y Pascal Arnold
- Italiano para Principiantes (2000), Lone Scherfig
¿Se sigue haciendo cine dogma?
El mundo es un país libre y aún hay directores que deciden seguir estos patrones. En España tenemos a Juan Pinzás, con trabajos como Érase una Vez (2000) o El Desenlace (2005). Pero los creadores prefirieron finalmente tener un chalet con piscina y abandonaron el movimiento.
Puñetero Hollywood, siempre gana.